Laura Chaparro/divulgaUNED
Un equipo de universitarios españoles está construyendo un
submarino que competirá en el prestigioso concurso internacional
RoboSub. El aparato, bautizado como ‘Isaac Peral y Caballero’, incorpora
tecnología nunca vista en el certamen. El próximo 16 de julio se
enfrentará a los dispositivos de las mejores universidades del mundo.
Estudiantes de la UNED, de Universidad Politécnica de Madrid, de la
Universidad Rey Juan Carlos y de la Universidad Complutense están
construyendo el submarino ‘Isaac Peral y Caballero’. Bautizado así en
honor al inventor español, el aparato participará en la competición
internacional RoboSub, que tendrá lugar el próximo 16 de julio en San Diego (Estados Unidos).
Allí
se verán las caras con los mejores centros universitarios de todo el
mundo. “Se presentan universidades que se encuentran entre las 100
mejores a escala mundial”, explica Julio Guillén, estudiante de
Ingeniería Técnica Informática de Sistemas de la UNED y jefe del equipo
de Software del proyecto. “Somos el primer equipo español que compite”,
añade.
En total, cerca de 40 jóvenes estudiantes se organizan en la asociación sin ánimo de lucro FuVe-E (Future Vehicles and Entrepeneurs). Y aunque tengan un presupuesto más bajo y menos años de experiencia en este tipo de eventos, van a por todas.
“Las
limitaciones vienen de tu mente: si tú crees que es imposible,
evidentemente, es imposible”, señala Gabriel Guerrero, estudiante
también de Ingeniería Técnica Informática de Sistemas de la UNED y
responsable del grupo de Sensores y Electrónica.
Del Costa Concordia al volcán herreño
Sus
conocimientos se podrán a prueba en el concurso norteamericano. En
RoboSub se plantearán una serie de pruebas que los dispositivos tendrán
que cumplir. Por ejemplo, los submarinos tendrán que localizar objetos,
cruzar estructuras y disparar proyectiles. Pero el ‘Isaac Peral y
Caballero’ será capaz de eso y mucho más.
“Todos los grupos
incorporan un único ordenador, pero nosotros hemos decidido comprar 3
así que nuestro submarino es un superordenador, con 12 procesadores, 3
tarjetas de aceleración gráfica y 32 gigas de RAM “, explica Guillén.
“Estamos probándonos como ingenieros”, añade. El submarino también
cuenta con visión tridimensional (en lugar de la típica cámara para
detectar colores) y con torpedos inteligentes.
Todos estos
dispositivos permiten que, con unas pequeñas modificaciones, el aparato
tenga aplicaciones concretas, como por ejemplo localizar naufragios en
lugares donde la visibilidad sea nula. Además, gracias a la fusión de
sensores, se podrán analizar microfisuras en el casco de un barco sin
necesidad de submarinistas.
Con algunas modificaciones, el aparato tedrá aplicaciones concretas como localizar naufragios porque una de las principales características del aparato es su total
autonomía. Gracias a ella, podría emplearse en casos como el Costa
Concordia, escorado en la isla italiana de Giglio, la revisión de la
central nuclear de Fukushima (Japón) y la inspección del volcán del Mar
de Las Calmas en la isla de El Hierro.
Reducir costes de diez a uno
Construir
un submarino supone un importante esfuerzo económico. Hasta el momento,
FuVe-E cuenta con el apoyo de la ETSI de Ingenieros Navales de la UPM, y
las empresas Eyeos y SAES. Importantes ayudas que no son suficientes.
“El
problema en España es que los inversores no quieren asumir riesgos”, se
lamenta Guerrero. De hecho, varios organismos públicos y privados les
han ofrecido ayuda económica, pero para cuando hayan terminado la
construcción del dispositivo. Hasta entonces, tendrán que seguir como
están. Todo el dinero que reciben lo dedican a los componentes, y
la investigación, la sufragan de alguna manera con su bolsillo, porque
es su tiempo. Además, los jóvenes están invirtiendo su propio dinero de
forma literal, comprando algunos mecanismos.
Para reducir los
costes, todo lo fabrican ellos: cámaras, torpedos, sensores y demás
componentes. Así consiguen una reducción de costes de diez a uno, pero a
cambio, necesitan mucho más tiempo. “Nos estamos acostando a las cuatro
de la mañana”, reconoce Guerrero. Los fines de semana para Guillén, han
dejado de existir. Para reducir los costes, todo lo fabrican ellos: cámaras, torpedos, sensores y demás componentes.
Solo es el primero
Pese a todas las
dificultades, con mucho esfuerzo, están saliendo adelante. Atrás quedan
los días en que algunos estudiantes se apuntaban animados al proyecto y
poco después lo dejaban. Hubo un momento en el que la situación fue tan
crítica que llegaron a plantearse si seguir adelante, pero Guillén
consiguió convencer a Carlos Matilla, el ‘padre’ de la idea y amigo
suyo, para no tirar la toalla.
Hoy la situación ha mejorado y solo
piensan en el futuro. “No tenemos sueldo ni esperamos tener, porque si
sobrara algún dinero de aquí, nuestra idea es hacer otro submarino para
el siguiente concurso, y si siguiera sobrando, un avión”, adelanta
Guillén. Su deseo es que los estudiantes se contagien de su filosofía y
empiecen a darse cuenta “de que la cosa no es solo pasar por las
clases”.
Ganen o no el concurso, de lo que no cabe duda es de que
todos estos jóvenes sorprenderán en San Diego. Los organizadores se
maravillaron cuando Guerrero y Guillén solicitaron poder aumentar media
pulgada más de diámetro los torpedos. Así podían incorporar aletas a los
mecanismos, que ya incluían 8 procesadores SP, capaces de mapear el
entorno.
“Cuando le explicamos el motivo a la persona responsable
del concurso, que tiene dos doctorados, nos dijo: “¿que vais a hacer
qué?”. Todo en un torpedito de 15 centímetros de largo”, recalca Guillén
con una amplia sonrisa. Esta ilusión, sus conocimientos, creatividad y
esfuerzo ya han conseguido que lo que al principio era una utopía hoy
sea una realidad. Y aviso a navegantes: el viaje submarino no ha hecho
más que comenzar.
Fuente: divulgaUNED